
Nadie se puede imaginar las ganas que tenía de disfrutar de esta boda, las ganas de superarme, las ganas de pasarlo bien, las ganas de ver a mis amigos darse el sí quiero y las ganas de demostrar que mi trabajo es tan bueno como el de cualquiera.
Esta era para mí, una boda especial, después de varios intentos por fin se casaban unos de mis mejores amigos, culpa de la COVID-19 se aplazó la boda en varias ocasiones y por fin el sueño de muchos de nosotros se hacía realidad.
Julián y Ana son una pareja a los que les tengo muchísimo cariño, son amigos y compañeros de viajes, de comidas y de vinos, son esa clase de persona que siempre suman y que todos tendrían que tener cerca, o al menos a algo parecido.
Hacer las fotos de su boda no fue fácil, de hecho necesité varias casualidades y todo mi empeño para poder ser su fotógrafo, no era capaz de hacerles entender que como amigo, disfrutaría más de su boda desde detrás del objetivo, trabajando para ellos.
En primer lugar su primera elección como fotógrafo fue Jose Ramon Luna de Monocular (una maravilla de fotógrafo, un artista y un ejemplo para muchos) no pudo asistir al evento porque el COVID-19 le descuadró (como a muchos de nosotros) la agenda y ese último día elegido ya lo tenía comprometido.
En segundo lugar Sara Egido de Mirror Fotografia y Video, se postulaba como fotógrafa a la cual la volvimos medio loca (culpa mía, te pido disculpas) porque conseguí convencerles de ser yo su fotógrafo principal, con lo que avisaron a Sara que en principio no necesitarían sus servicios pero luego buscando videografo la tuvieron que llamar de nuevo para contratarla, ahora sí, definitivamente.
Como soy buen amigo de la pareja, sé ademas que estuvieron barajando otras opciones fotográficas, peor para ellos que tenían la persona adecuada enfrente y no supieron verla!
Aunque me sentí la ultima opción de la tierra (a lo mejor exagero) mi ilusión, mis ganas, mi trabajo y todas mis capacidades estaban centradas en un único objetivo y era crear de ese día un recuerdo maravilloso, disfrutar con ellos el antes, el durante y el después es algo mágico que sólo pasa cuando trabajas con personas que quieres de verdad.
Fue como no podía ser de otra manera una boda EXTRAORDINARIA, muy divertida, emotiva y alegre, moderna y tradicional a la vez. Se casaron por la iglesia, con la Virgen de Riansares como testigo principal de su amor y sus madres de madrinas.
La celebración en el restaurante Essentia de Tarancón fue tipo coctel, con 2 grupos de música amenizándonos la tarde noche.
Mi trabajo fue bastante sencillo porque conocía a los novios a sus familias y a los amigos, prácticamente al 90% de la boda y eso a un fotógrafo le da mucho margen para conseguir las imágenes deseadas. La confianza y complicidad es super importante para crear una atmósfera de buen rollo y esto ayuda mucho es la calidad del producto final.
Gracias a los novios, Julián y Ana, gracias a sus familias y sus amigos, todos me hicieron disfrutar tanto de ese día como de los días posteriores recordando, editando fotos y preparando el material para entregar a los novios.
Que seáis siempre tan felices como se os vio el día de vuestra boda!














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