Como tantas y tantas bodas, la de Belén y Vicente fue una boda afectada por el Covid-19, tuvieron que modificar la fecha, cambiar el restaurante y contratar otro fotógrafo (entre otras muchas cosas) y ahí entro yo, de invitado de boda, porque Belén y Vicente son amigos, pasé a fotógrafo oficial de la boda, ellos ni siquiera me pidieron presupuesto, me confirmaron, que si yo quería, junto con otro amigo, haríamos las fotos de su boda…
David (que así se llama el otro fotógrafo) no tardó ni 2 minutos en ponerse de acuerdo conmigo en las condiciones, presupuesto y forma de trabajar y así se lo hicimos saber a los novios.
La mañana de la boda, una llamada de David (que se encontraba hospitalizado por mareos debido a las cervicales) me puso en alerta y me avisó de qué haría yo solo la boda, por desgracia el no estaba en condiciones de trabajar.
Para mí trabajar solo no es un problema por que lo hago casi siempre, pero me dió pena y rabia no poder trabajar con él, por él, por los novios (recuerdo que ya habían perdido a su fotógrafo principal por el cambio de fecha) porque además al igual que yo, es amigo de la pareja y además es un fotógrafo y una persona de 10!
Una vez llegué a la ceremonia y hablé con los novios para darles la mala noticia, me puse manos a la obra y me puse en modo “boda on” concentrándome y dedicándome, como siempre al 100% en sacar el trabajo lo mejor posible.
La ceremonia fue especial, los novios tenían todo muy atado y los tiempos muy medidos sobre quién iba a hablar, cuándo y cuánto, pero no contaban con que las emociones están a flor de piel y salieron varios espontáneos a dar su versión sobre lo que significaba la boda para ellos.
El recinto ya me lo conocía, por suerte ya he trabajado varias veces allí y además es el sitio donde yo me casé, para mí, como no, el mejor sitio del mundo, las casas de Luján en Saelices, Castilla la Mancha.
El cóctel y el convite rodeando la piscina al anochecer no pudo ser más bonito, la fiesta fue espectacular, la familia y los amigos teníamos muchas ganas de verles casados y eso se notó, mucha alegría en el ambiente y muchísimo buen humor!
Cuando acabó la barra libre, los novios tenían preparado otro sitio donde poder seguir la fiesta (sólo para los más valientes) y un servidor terminó de trabajar en ese preciso momento, porque me apetecía tener un momento de relax, abrazar y felicitar a los novios a parte de darles las gracias como lo hago ahora de nuevo por dejarme ser parte importante en ese día tan especial y que recordarán siempre.
Belén y Vicente, ¡Os quiero!
Deja una respuesta